INTRODUCCIÓN

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ESPACIO DE POESIA

 

Maeterlink, Maurice

Banchs Enrique

Lugones, Leopoldo

Hesse, Herman 

Lope de Vega 

Fernandez Moreno, Baldomero 

Storni Alfonsina

Nervo Amado

Goethe

Bukowski charles

Tagore Rabindranaz

Breve repaso por las edades

Visión

Palabras al caballito de la noria

Pienso

Monolgos de Seguimundo

Algo de Bécquer

Algo del Principito

Amistad

Sonatina

Soneto

Presencia de la amada

Algo de Machado

Frases y citas

Algo de Neruda

Se equivocó la paloma

Algo de Lorca

Vana Rosa

Redondillas

Qiuiero a la sombra de un ala

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Breve repaso por las edades

Literatura medieval

El poema del Mío Cid

De los sos ojos tan fuertemientre llorando

tornava la cabeca i estavalos catando.

Vio puertas abiertas e ucos sin cañados

alcándaras vazias si pielles e sin mantos

e sin falcones e sin adtores mudados

Sospiró mio Cid ca mucho avie grandes cuidados.

Fablo mio Cid bien e tan mesurado:

Grado a ti, señor pardre que estan el lo alto.

"Esto me an buolto mios enemigos malos"

 

 

Transición Edad Media y Edad Moderna

 

- humanismo: poesía artificiosa y convencional, fundada sobre estereotipos importados y fijos. Pero aportó nuevas formas y técnicas literarias.

Jorge Manrique

Coplas a la muerte de mi padre

Recuerde el ama dormida

avive el seso y despierte

contemplando

Como se pasa la vida

Cómo se viene la muerte

tan callando.

Cuan presto se va el placer,

Cómo despúes de acordado,

dá dolor.

cómo, a nuestro parecer,

cualquier tiempo pasado

fue mejor.

 

Fernando de Rojas

La Celestina o La trajicomedia de Calixto y Melibea

Melibea  -Pues aún mas igual galardón te daré yo si perseveras.

Calixto  -¡Oh buenaventuradas orejas mías, que indignamente tan grandes palabras habeís oído!

 

El renacimiento

Retorno a lo clásico. Ruptrua del espíritu medieval.

 

La novela Picarezca

El lazarillo de Tormes. Anónimo

 

La Edad de Oro

Cervantes Saavedra. "La ilustre Fregona"

¿Quién de amor venturas halla?

El que calla.

¿Quien triunfa en su aspereza¡

La firmeza

¿Quién dá alcance a su alegría?

La porfía.

Dese modo, bien podría

esperar dichosa palma

si en esta empresa mi alma

calla, está firme y porfía.

 

¿Con quién se sustenta el amor?

Con favor.

¿Y con qué mengua su furia?

Con la injuria.

¿Antes con desdenes crece?

Desfallece

Claro en esto se parece

que mi amor será inmortal

pues la causa de mi mal

ni injuria ni favorece.

 

¿Quién desespera qué espera?

muerte entera.

Pues, ¿qué muerte el mal remedia?

la que es media.

Luego ¿bien será morir?

Mejor sufrir

Porque se suele decir,

y esta verdad se reciba,

que tras la tormenta esquiva,

suele la calma venir.

 

¿Descubriré mi pasión?

En ocación.

¿Y si jamás se me dá?

Si hara, llegará la muerte en tanto.

Llege a tanto

tu limpia fé y esperanza,

que en sabiendolo Constanza

convierta tu risa en llanto.

 

 

Lope de Vega

Fuenteovejuna

Comendador- ¡Perro Villano!...

Frondoso - No hay perro.

 

 

Tirso de Molina

El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Alvietan los que de Dios juzgan los catigos grandes,

que no hay plazo que no llegue, ni deuda que no se pague.

 

Calderon de la Barca

La vida es sueño

Primer monologo de seguimundo.

"¡Ay mísero de mi! ¡Ay infelice!

Apurad cielos pretendo ya que me tratais asi

¿qué delito cometi contra vosotros naciendo?

aunque si nací ya entiendo que delito he cometido."

 

Segundo Monologo de Seguismundo

"¿Qué es la vida?  Un frenesí

¿Qué es la vida? Una ilusión,

el mayor bien es pequeño

y toda la vida es sueño,

y los sueños, sueños son"

 

 

El Romanticismo

Gustavo Adolfo Becquer

Del Salón del ángulo oscuro

Del salón del ángulo oscuro

de su dueño tal vez olvidada,

silenciosa y cubierta de polvo

veíase el arpa.

 

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,

como el pájaro duerme en las ramas,

esperándo la mano de nieve

que sabe arrancarlas!

 

¡Ay! -pensé- ¡Cuántas veces el genio

así duerme en el fondo del alma,

y una voz como Lázaro, espera

que le diga: "Levántate y anda"

 

Miguel de Unamuno

 

Cuando me creaís mas muerto

retemblaré en vuestras manos...

Cuando vibres todo entero

soy yo, lector, que en tí vibro.

 

Generación del 98

Antonio Machado

¿Dices que nada se pierde?

Si ésta copa de cristal

se me rompe, nunca en ella

beberé, nunca jamás"

 

Vanguardismo

Federico García Lorca

"Doña Rosita la solterona"

Cuando se abre en la mañana

roja como sangre está.

La tarde la pone blanca

con blanco de espuma y sal.

Y cuando llega la noche

se comienza a deshojar.

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Visión

Se sueña, se presiente, se adivina.

Estremecese el labio y no la nombra,

la tarde la ve huir de la colina velada

entre los pliegues de la sombra.

Expira el melancólico perfume

de la rosa en un féretro olvidada,

se deshace el incienso, se consume,

a la rápida luz de una mirada.

Hermana de la tarde pensativa,

en el fondo del valle resplandece

un instante, deslumbra, y,fugitiva

en el pálido azul se desvanece.

Rafael Obligado.

 

Palabras al caballito de la noria

Pensando engañado que es un dulce juego,

das vuelta a la noria caballito ciego,

y en la ronda ronda que no te rodea

buscas un cariño que es sólo una idea.

Caballito ciego que engañado estás,

ah si tú supieras que no lo hallarás

Si tu supiras que nadie te vé

y que nunca nadie tocará tu piel.

Mi amor que era un dí, como tu jugando,

mucho tiempo estuvo rondando, rondando.

Era un dulce juego; pero supe un día

que jugaba sólo ¡Y ella lo sabía!

Caballito ciego yo te compraré

con todo el centeno que desgranaré,

Entonces de nadie en la vida serás,

y por el camino que quieras te irás.

José Pedroni

 

Pienso

Pienso que en este momento tal vez nadie en el universo piensa en mi, que sólo yo me pienso.

Y si ahora muriese, nadie, ni yo me pensaría. Y aquí empieza el abismo, como cuando me duermo. Soy mi propio sostén y me lo quito, contribuyo a tapizar de ausencia todo.

Tal vez sea por eso, que pensar en un hombre, se parece a salvarlo.-

Roberto Juarroz

 

 

Nada se ve bien si no es con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

Antonie de Saint Exupèri. El principito.

 

Cultivo una rosa blanca en julio como en enero

para el amigo sincero que me da su mano franca

y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo

rosa ni ottiga cultivo, cultivo una rosa blanca

Jose marti

 

Sonatina

 

La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?

Los suspiros se escapan de su boca de fresa,

que ha perdido la risa, que ha perdido el color.

La princesa está pálida en su silla de oro,

está mudo el teclado de su clave sonoro

y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

 

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.

Parlanchina, la dueña, dice cosas banales

y vestido de rojo piruetea el bufón.

La princesa no ríe, la princesa no siente;

la princesa persigue por el cielo de Oriente

la libélula vaga de una vaga ilusión.

 

¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,

o en el que ha detenido su carroza argentina

para ver de sus ojos la dulzura de luz,

o en el rey de las islas de las rosas fragantes,

o en el que es soberano de los claros diamantes,

o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

 

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa

quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,

tener alas ligeras, bajo el cielo volar;

ir al sol por la escala luminosa de un rayo,

saludar a los lirios con los versos de mayo

o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

 

Ya no quiere el palacio ni la rueca de plata,

ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,

ni los cisnes unánimes en el lago de azur.

Y están tristes las flores por la flor de la corte;

los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,

de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

 

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!

¡Está presa en sus oros, está presa en sus tules,

en la jaula de mármol del palacio real;

el palacio soberbio que vigilan los guardas,

que custodian cien negros con sus cien alabardas,

un lebrel que no duerme y un dragón colosal!

 

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!

(La princesa está triste, la princesa está pálida)

¡Oh, visión adorada de oro, rosa y marfil!

¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe

-la princesa está pálida, la princesa está triste-

más brillante que el alba, más hermoso que Abril!

 

-¡Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-,

en caballo con alas hacia acá se encamina,

en el cinto la espada y en la mano el azor,

el feliz caballero que te adora sin verte,

y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,

a encenderte los labios con su beso de amor!


RUBÉN DARIO

 

Soneto

Si para recobrar lo recobrado

debí perder primero lo perdido,

Si para conseguir lo conseguido

tuve que soportar lo soportado.

Si para estar ahora enamorado,

fue menester haber estado herido.

Tengo por bien sufrido lo sufrido,

tengo por bien llorado lo llorado.

Por que después de todo he comprobado

que no se goza bien lo gozado

si no después de haberlo padecido.

Por que después de todo en comprendido,

que lo que el árbol tiene de florido

vive de lo que tiene sepultado.

Francisco Luis Bernández

 

 

 

FRASES Y CITAS

"Poseerlo todo, para ser felíz, no constituye una razón para serlo en realidad."

Jacobo Normand

"El alma es lo que preserva al cuerpo de la corrupción" Ludwig Van Beethoven

"Para huir se necesita a veces mucho valor "E. Thompson"

"Nada es verdad ni mentira, todo depende del cristal con que se mira"

"Lo que eres, grita tan fuerte, que no oigo lo que dice" Anónimo.

"El alma tiene ilusiones, como el pájaro alas, eso es lo que la sostiene" Víctor Hugo.

"Nunca mucho costó poco" Ruíz de Alarcón.

"Hay velas que lo alumbran todo, menos su propio candelero." Hebbel

"Si quieres mantener tu surco derecho, ata tu arado a una estrella." Hebrard.

"Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia…" Sobre héroes y tumbas. E. Sábato.

 

 

Mi estimado Lector:
Por lo general es dicho, que no debe usted de prestar libros, ya que nunca le serán regresados. Por mi parte, dejeme decirle que si es de su agrado este libro, no se limite, prestelo, y vuelvalo a comprar. Cuando le pidan otra vez un libro a recomendar, preste de nuevo este que compró. No solamente de tal manera hará usted feliz a sus amigos, sino que a mi me hará millonario."
ENRIQUE JARDIEL PONCELA ("El Libro del Convaleciente")

 

Frases

La vida, es un ajedrez y uno nunca sabe a ciencia
cierta si va ganando o perdiendo.
Bioy Casares

Todos tenemos
nuestros propios
demonios
El mio es
tu recuerdo.

 

Algo de Neruda

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.


Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Pablo Neruda, 1924
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LA PALOMA

Rafael Alberti

Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo
que la noche la mañana.
Que las estrellas rocío,
que la calor la nevada.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón su casa.
(Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama.)

 

 

Es verdad, pues reprimamos

 ésta fiera condición,

 está furia, esta ambición,

por si alguna vez soñamos,

 y si hacemos, pues estamos

 en mundo tan singular,

que el vivir sólo es soñar,

y la experiencia me enseña

que el hombre que vive sueña

lo que es hasta despertar.

 

Sueña el rico en su riqueza,

que más cuidados le ofrece,

sueña el pobre que padece

 su miseria y su pobreza,

sueña el que a medra empieza,

sueña el que sueña el que afana y pretende,

sueña el que agravia y ofende,

y en el mundo en conclusión

todos sueñas lo que son

aunque ninguno lo entiende.

 

Yo sueño que estoy aquí

de estas cadenas cargado,

y soñe que en otro estado

más lisonjero me ví.

¿Que es la vida, un frenesí?

¿Que es la vida, una ilusión?

Que el mayor bien es pequeño

y toda la vida es sueño, y los sueños sueños son.

                   

                                        Calderon de la Barca

 

 

 

Primer Monólgo de Seguimundo

¡Ay mísero de mí, y ay, infelice!

Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?

Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?

Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando, atrevida y crüel
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto;
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?

Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas, bajel de escamas,
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?

Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad
del campo abierto a su huida;
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?

En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón,
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?

 

 

Luis de Góngora - Soneto - "Vana Rosa"

Ayer naciste, y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida?
Y, ¿para no ser nada estás lozana?
Si te engañó su hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.
Cuando te corte la robusta mano,
ley de la agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu suerte.
No salgas, que te aguarda algún tirano;
dilata tu nacer para la vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.

 

Becker

¿Qué es poesía? Dices mientras fijas tu pupila azul en mi pupila.

¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía eres tú.

 

Los suspiros son aire, y van al aire.
Las lágrimas son agua, y van al mar. Dime mujer cuando el amor se olvida
¿Sabes tú adonde va?
A. Becker

 

 

Antonio Machado.

Anoche cuando dormía

soñé ¡bendita ilusión!

que una fontana fluía

dentro de mi corazón.

Di ¿por qué acequía escondida,

agua, vienes hasta mi,

manantial de nueva vida

en donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía,

soñe, bendita ilusión

que una colmena tenía

dentro de mi corazón

Y las doradas abejas

iban fabricando en el

con las amarguras viejas,

blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía,

soné, ¡bendita ilusión!

que un ardiente sol lucía

dentro de mi corazón.

Era ardiente porque daba

calores de rojo hogar,

y era el sol porque alumbraba

y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía,

soñé, ¡bendita ilusión!

que era Dios lo que tenía

dentro de mi corazón.

A. Machado

 

Noche de verano

Una noche de verano

-estaba abierto el balcón

y la puerta de mi casa-

la muerte en mi casa entró.

Sue fue acercando a su lecho

-ni siquiera me miró-

con unos dedos muy finos

algo muy ténue rompio.

Silenciosa y sin mirarme,

la muerte otra vez paso

delante de mi. ¿Qué has hecho?

La muerte no respondió.

Mi niña quedó tranquila,

dolido mi corazón.

¡Ay que lo que la muerte ha roto

era un hilo entre los dos!

                   **

"Ayer soñé que veía a Dios,

y que Dios me hablaba;

y soné que Dios me oía.

Después soñé que soñaba. "

 

 

COPLAS ELEGÍACAS

¡Ay del que llega sediento
a ver el agua correr,
y dice: la sed que siento
no me la calma el beber!

¡Ay de quien bebe y, saciada
la sed, desprecia la vida:
moneda al tahúr prestada,
que sea al azar rendida!

Del iluso que suspira
bajo el orden soberano,
y del que sueña la lira
pitagórica en su mano.

¡Ay del noble peregrino
que se para a meditar,
después de largo camino
en el horror de llegar!

¡Ay de la melancolía
que llorando se consuela,
y de la melomanía
de un corazón de zarzuela!

¡Ay de nuestro ruiseñor,
si en una noche serena
se cura del mal de amor
que llora y canta sin pena!

¡De los jardines secretos,
de los pensiles soñados,
y de los sueños poblados
de propósitos discretos!

¡Ay del galán sin fortuna
que ronda a la luna bella;
de cuantos caen de la luna,
de cuantos se marchan a ella!

¡De quien el fruto prendido
en la rama no alcanzó,
de quien el fruto ha mordido
y el gusto amargo probó!

¡Y de nuestro amor primero
y de su fe mal pagada,
y, también, del verdadero
amante de nuestra amada!

 

Federico Garcia Lorca. Romancero Gitano. Romance de la luna, luna.

La luna vino a la fragua

con su polizón de nardos

El niño la mira mira

el niño le está mirando.

En el aire conmovido

mueve la luna sus brazos

y enseña, lúbrica y pura,

sus senos de duro estaño.

Huyo luna, luna, luna

Si vinieran los gitanos,

harían con tu corazón

collares y anillos blancos.

Niño, déjame que baile.

Cuando vengan los gitanos,

te encontraran sobre el yunque

con los ojillos cerrados.

Huye luna luna luna

que ya siento sus caballos

Niño, déjame, no pises

mi blancor almidonado

El jinete se acercaba

tocando el tambor de llano.

Dentro de la fragua el niño

tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venian

bronbce y sueño, los gitanos.

Las cabezas levantadas

y los ojos entonrnados

Como canta la Zumaya

¡Ay como canta en el árbol!

Por el cielo va la luna

con un niño de la mano,

Dentro de la fragua lloran,

dando gritos los gitanos.

El aire la vela, vela.

El aire la está velando.

 

 

 

 

REDONDILLAS

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si la incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

Sor Juana Inés de la Cruz

 

 

 

JOSE MARTI.

 Quiero a la sombra de un ala

IX

Quiero, a la sombra de un ala,
Contar este cuento en flor:
La niña de Guatemala,
La que se murió de amor.

Eran de lirio los ramos,
Y las orlas de reseda
Y de jazmín; la enterramos
En una caja de seda.

... Ella dio al desmemoriado
Una almohadilla de olor:
Él volvió, volvió casado:
Ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas
Obispos y embajadores:
Detrás iba el pueblo en tandas,
Todo cargado de flores.

... Ella, por volverlo a ver,
Salió a verlo al mirador:
Él volvió con su mujer:
Ella se murió de amor.

Como de bronce candente
Al beso de despedida,
Era su frente ¡la frente
Que más he amado en mi vida!

... Se entró de tarde en el río,
La sacó muerta el doctor:
Dicen que murió de frío:
Yo sé que murió de amor.

Allí, en la bóveda helada,
La pusieron en dos bancos:
Besé su mano afilada,
Besé sus zapatos blancos.

Callado, al oscurecer,
Me llamó el enterrador:
¡Nunca más he vuelto a ver
A la que murió de amor!

 

 

Tagore Rabindranaz

 

XLVIII
Libérame de los brazos de tu dulzura, amor.
No me des más de este vino de besos.

Esta niebla de pesado incienso ahoga mi corazón.
Abre las puertas, haz espacio para la luz de la mañana.

Estoy perdido en ti, envuelto en los pliegues de tus caricias.
Libérame de tus hechizos y devuélveme la resolución para ofrecerte mi corazón liberado.

 

En: El Jardinero

 

XXIV

No escondas para ti sola, el secreto de
tu corazón, amiga.
Dímelo a mí, sólo a mí, en secreto.
Tú, de sonrisa tan dulce, susúrrame quedo,
mi corazón lo oirá, no mis oídos.

La noche es profunda, la casa está silente,
los nidos de los pájaros están amortajados
con sueño.
Dime a través de tus lágrimas vacilantes,
a través de tus sonrisas temblorosas,
a través de dulce vergüenza y pena,
el secreto de tu corazón.

 

LVIII

Una mañana, en el jardín de flores una niña
ciega vino a ofrecerme una cadeneta de flores
sobre una hoja de loto.
Me la puse alrededor del cuello, y las lágrimas
vinieron a mis ojos.
La besé y dije:
"Eres ciega como lo son las flores.
Ni tú misma puedes conocer la hermosura de tu regalo".

 

LIX


Oh mujer, no eres simplemente obra de las manos de Dios,
también de los hombres que siempre están dotándote con la
hermosura de sus corazones.

Los poetas están tejiéndote una trama con los hilos de su
fantasía de oro; los pintores están dando a tu forma nueva
inmortalidad siempre.

El mar da sus perlas, las minas su oro, los jardines de verano
sus flores, para engalanarte, para cubrirte, para hacerte más
preciosa.

El deseo de los corazones de los hombres derrama su gloria
sobre tu juventud.

Eres mitad mujer y mitad sueño

 

I
Sirviente
Reina mía, ten piedad de tu sirviente.

Reina
La asamblea ha terminado y todos mis servidores se han
ido. ¿Por qué vienes tan tarde?

Sirviente
Mi hora llega cuando has terminado con los otros.
Vengo a preguntarte qué queda por hacer para el último de
tus servidores.

Reina
¿Qué puedes esperar cuando es demasiado tarde?

Sirviente
Hazme el jardinero de tu jardín de flores.

Reina
¿Qué locura es ésa?

Sirviente
Renunciaré a mis demás trabajos.
Arrojaré mis espadas, mis lanzas. No me envíes a lejanas
cortes. No me encargues que emprenda nuevas conquistas.
Hazme el jardinero de tu jardín de flores.

Reina
¿Cuáles serán tus deberes?

Sirviente
El servicio de tus días de ocio.
Mantendré fresca la hierba del sendero por el que caminas
por la mañana, y donde las flores, ansiosas de morir a cada
paso tuyo, saludarán tus pies con bendiciones.
Te meceré en un columpio entre las ramas del
saptaparna,
mientras la temprana luna del crepúsculo batalla entre las
hojas por besar tu enagua.
Renovaré con aceite fragante la lámpara que arde a la
cabecera de tu lecho, y decoraré tu escabel con pasta de
sándalo y azafrán en maravillosos dibujos.

Reina
¿Qué quieres por recompensa?

Sirviente
Que me dejes tomar entre mis manos tus pequeños puños
semejantes a tiernos capullos de loto y pasar cadenetas de
flores por tus muñecas; teñir la planta de tus pies con el
zumo rojo de los pétalos de la
ashoka y recoger con un
beso el grano de polvo que tal vez se extravíe en ellas.

Reina
Tus plegarias han sido escuchadas, sirviente mío. Tú serás el
jardinero de mi jardín de flores.

El Jardinero

 

 

Bukowski charles

Pájaro Azul

Hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie
te vea.

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero yo le echo whisky encima y me trago
el humo de los cigarrillos,
y las putas y los camareros
y los dependientes de ultramarinos
nunca se dan cuenta
de que esté ahí dentro.

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres
hacerme un lío?
¿es que quieres joder
mis obras?
¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros
en Europa?

hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme.
le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas
triste.

luego lo vuelvo a introducir,
y él canta un poquito
ahí dentro, no le he dejado
morir del todo
y dormimos juntos
así
con nuestro
pacto secreto
y es tan tierno como
para hacer llorar
a un hombre, pero yo no
lloro,
¿lloras tú?

 

 

Goethe

I

El libro mágico entre los mágicos, es el libro del amor

yo lo he leído con fervor intenso

pocas páginas de alegría, hojas enteras de dolor.

Un libro se dedica a los adioses,

a los retornos, un capítulo breve, fragmentario.

Cuadernos llenos de afanes que la noche infinita hace mas largos todavía

pero solo tu, ¡Oh Nisani! has resuelto el insoluble problema

el amor se halla en el punto exacto donde los amantes se encuentran

rebozando emociones.

 

II

Presencia de la amada

En tí pienso si, destellando en el mar,
el sol me hiere en la frente.
En ti pienso si un rayo blanco de luna
espejea en una fuente.
Te estoy viendo a ti si el polvo se levante
en densas nubes lejanas
si tiembla el viajero en medio de la noche
perdido en formas extrañas.
Te oigo hablarme con insinuante murmullo
al morir la ola en la playa
en el inmenso bosque me quedo a escuchar
cuando todo ruido calla
Estoy contigo y tú conmigo. No importa
que estés tan lejos de mí.
Declina el sol, refulgirán las estrellas.
¡Oh, si estuvieras aquí!


Wolfgang Goethe

 

Alfonsina Storni

 

TÚ ME QUIERES BLANCA

Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.

Ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita
se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
tú me quieres blanca,
tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tú que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
-Dios te lo perdone-,
me pretendes casta
-Dios te lo perdone-,
¡me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua:

Habla con los pájaros
y llévate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.





"Romance de la venganza"


Cazador alto y tan bello
como en una tierra no hay dos,
se fue de caza una tarde
por los campos del Señor.

Seguro llevaba el paso,
listo el plomo,
el corazón repicando,
la cabeza erguida y dulce la voz.

Bajo el oro de la tarde,
tanto el cazador cazó,
que finas lágrimas rojas
se puso a llorar el sol...

Cuando volvía cantando
suavemente a media voz,
desde un árbol enroscada,
una serpiente lo vió.

Iba a vengar a las aves;
más, tremendo, el cazador
la cabeza le cortó.

Pero aguardándolo estaba
a muy pocos pasos yo...
Lo até con mi cabellera
y dominé su furor.

Ya maniatado le dije:
-Pájaros matásteis vos,
yo voy a tomar venganza
ahora que mío sois...

Más no lo maté con armas,
le di una muerte peor:
¡lo besé tan dulcemente
que le partí el corazón!

Cazador, si vas de caza
por los montes del Señor,
teme que a pájaros venguen
hondas heridas de amor.




YO EN EL FONDO DEL MAR

En el fondo del mar
hay una casa de cristal.

A una avenida
de madréporas
da.

Un gran pez de oro,
a las cinco,
me viene a saludar.

Me trae
un rojo ramo
de flores de coral.

Duermo en una cama
un poco más azul
que el mar.

Un pulpo
me hace guiños
a través del cristal.
En el bosque verde
que me circunda
—din don... din dan—
se balancean y cantan
las sirenas
de nácar verdemar.

Y sobre mi cabeza
arden, en el crepúsculo,
las erizadas puntas del
mar.




Cuadrados y ángulos

Casas enfiladas, casas enfiladas,
Casas enfiladas.
Cuadrados, cuadrados, cuadrados,
Casas enfiladas.
Las gentes ya tienen el alma cuadrada,
Ideas en fila Y ángulo en la espalda.
Yo misma he vertido ayer una lágrima,
Dios mío, cuadrada.

 

 

 

AMADO NERVO

 

LO MÁS NATURAL

Me dejaste -como ibas de pasada-
lo más inmaterial que es tu mirada.

Yo te dejé -como iba tan de prisa-
lo más inmaterial, que es mi sonrisa.

Pero entre tu mirada y mi risueño
rostro quedó flotando el mismo sueño.
 

INMORTALIDAD

No, no fue tan efímera la historia
de nuestro amor: entre los folios tersos
del libro virginal de tu memoria,
como pétalo azul está la gloria
doliente, noble y casta de mis versos.

No puedes olvidarme: te condeno
a un recuerdo tenaz. Mi amor ha sido
lo más alto en tu vida, lo más bueno;
y sólo entre los légamos y el cieno
surge el pálido loto del olvido.

Me verás dondequiera: en el incierto
anochecer, en la alborada rubia,
y cuando hagas labor en el desierto
corredor, mientras tiemblan en tu huerto
los monótonos hilos de la lluvia.

¡Y habrás de recordar! Esa es la herencia
que te da mi dolor, que nada ensalma.
¡Seré cumbre de luz en tu existencia,
y un reproche inefable en tu conciencia
y una estela inmortal dentro de tu alma!



COBARDÍA

Pasó con su madre. ¡Qué rara belleza!
¡Qué rubios cabellos de trigo garzul!
¡Qué ritmo en el paso! ¡Qué innata realeza
de porte! ¡Qué formas bajo el fino tul...!
Pasó con su madre. Volvió la cabeza:
¡me clavó muy hondo su mirar azul!

Quedé como en éxtasis...
Con febril premura,
«¡Síguela!», gritaron cuerpo y alma al par.
...Pero tuve miedo de amar con locura,
de abrir mis heridas, que suelen sangrar,
¡y no obstante toda mi sed de ternura,
cerrando los ojos, la deje pasar!




OFERTORIO

De la amada inmóvil

Dios mío, yo te ofrezco mi dolor:
¡Es todo lo que puedo ofrecerte!
Tú me diste un amor, un solo amor,
¡un gran amor!

Me lo robó la muerte
...y no me queda más que mi dolor.
Acéptalo, Señor;
¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte!...




SEIS MESES

¡Seis meses ya de muerta! Y en vano he pretendido
un beso, una palabra, un hálito, un sonido...
y, a pesar de mi fe, cada día evidencio
que detrás de la tumba ya no hay más que silencio...

Si yo me hubiese muerto, ¡qué mar, qué cataclismos,
qué vértices, qué nieblas, qué cimas ni qué abismos
burlaran mi deseo febril y omnipotente
de venir por las noches a besarte en la frente,
de bajar con la luz de un astro zahorí,
a decirte al oído: No te olvides de mí.

Y tú, que me querías tal vez más que te amé,
callas inexorable, de suerte que no sé
sino dudar de todo, el alma, del destino,
¡y ponerme a llorar en medio del camino!
Pues con desolación infinita evidencio
que detrás de la tumba ya no hay más que silencio...





 

Un Aplazado
  De pronto, como un breve latigazo,
mi nombre, Friedt, estalló en el aula.
Yo me puse de pie, y un poco trémulo
avancé hacia la mesa, entre las bancas.
Era el examen último del curso
y al que tenía más miedo: la gramática.
Hice girar resuelto el bolillero
Las dieciséis bolillas del programa
resonaron en él lúgubremente
y un eco levantaron en mi alma.
Extraje dos: adverbio y sustantivo.

Me dieron a elegir una de ambas
y elegí la segunda. -¿Y qué es el nombre?
díjome uno y me asestó las gafas.
Sentí luego un sudor por todo el cuerpo,
se me puso la boca seca, amarga,
y comprendí, con un terror creciente
que yo del nombre no sabía nada.
Revolvía allá adentro, pero en vano,
me quedé en absoluto sin palabras.

Y empecé a ver la quinta en qué vivíamos:
el camino de arena, cierta planta,
el hermano pequeño, mi perrito,
el té con leche, el dulce de naranja,
¡qué alegría jugar a aquellas horas!
Y sonreía mientras recordaba.
-¡Pero señor -rugió una voz terrible-,
el nombre sustantivo, una pavada!-
Tiré a la realidad: sobre la mesa
los dedos de un señor tamborileaban,
cabeceaba blandamente el otro,
el tercero bebía de una taza.

Hacía gran calor. Yo tengo una
cara redonda, simple, colorada,
los ojos grises y los labios gruesos,
el pelo rubio, la sonrisa clara.
Yo quería jugar, no dar examen
darlo otro día, sí, por la mañana...

Se me nubló la vista de repente,
los profesores se me borroneaban,
adquirió el bolillero proporciones
gigantescas, fantásticas,
oí como entre sueños: Señor mío,
puede sentarse... -Y me llené de lágrimas.
 
 
 
 
En la Niebla

¡Extraño vagar entre la niebla!
Solitario está cada arbusto y piedra,
ningún árbol mira al otro,
cada uno está solo.

Lleno de amigos estaba para mí el mundo
cuando mi vida era clara todavía;
ahora que la niebla cae,
nadie más está visible.

Verdaderamente, nadie es sabio
si la tiniebla no conoce,
lo inevitable y silencioso
de todo lo aparta.

¡Extraño vagar entre la niebla!
Vivir es estar solo.
Ningún hombre conoce al otro,
cada uno está solo.


 

Soneto de repente


Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto,
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo y aun sospecho
que voy los trece versos acabando:
contad si son catorce y está hecho.

 

MAURICE MAETERLINK

Invernadero

¡Oh! ¡Debe haber en algún lugar una enorme flota sobre un pantano!
¡Y creo que los cisnes han criado cuervos!
(Apenas se vislumbra a través de las humedades)

¡Una virgen riega con agua caliente los helechos,
Una banda de chiquillas observa al ermita en su celda,
Mis hermanas están dormidas en el fondo de una gruta venenosa!

¡Espera la luna y el invierno,
sobre estas campanas esparcidas al fin sobre el hielo!


Hospital

¡Hospital! ¡hospital al borde del canal!
¡Hospital en el mes de julio!
¡Encienden un fuego en la sala!
¡Mientras los transatlánticos silban en el canal!

(¡Oh! ¡No te acerques a las ventanas!)
¡Emigrantes atraviesan un palacio!
¡Veo un yate bajo la tormenta!
¡Veo rebaños en todos los barcos!
(Mejor que las ventanas permanezcan cerradas,
Estamos casi guarecidos del afuera.)
Se nos ocurre un invernadero en la nieve,
Creemos celebrar la bendición de una parturienta un día de tormenta
Vislumbramos plantas esparcidas sobre una manta de lana,
Hay un incendio un día de sol,
Y atravieso un bosque lleno de heridos

¡Oh! ¡al fin el claro de luna!

¡Un chorro de agua se alza en medio de la sala!
¡Un tropel de niñas entreabre la puerta!
¡Vislumbro corderos en una isla de praderas!
¡Y bellas plantas sobre un glaciar!
¡Y lirios en un vestíbulo de mármol!
¡Hay un festín en la selva virgen!
¡Y una vegetación oriental en una gruta glacial!

¡Escucha! ¡abren las esclusas!
¡Y los transatlánticos agitan el agua del canal!

¡Mira a la hermana de caridad que aviva el fuego!

¡Todos los bellos juncos de las riberas están en llamas!
¡Un barco de heridos se tambalea bajo el claro de luna!
¡Todas las hijas del rey están en un barco bajo la tormenta!
¡Y las princesas van a morir en un campo de cicutas!

¡Oh! ¡no entreabras las ventanas!
¡Escucha: los transatlánticos silban aún en el horizonte!

¡Envenenan a alguien en un jardín!
¡Celebran una gran fiesta en lo de los enemigos!
¡Hay ciervos en una ciudad sitiada!
¡Y una casa de fieras en medio de los lirios!
¡Hay una vegetación tropical en el fondo de una mina de hulla!
¡Un rebaño de ovejas atraviesa el puente de hierro!
¡Y los corderos de la pradera entran tristemente a la sala!

Ahora la hermana de caridad enciende las lámparas,
Trae la comida de los enfermos,
Cerró las ventanas que dan al canal,
Y todas las puertas al claro de luna.

 

La Juglaresa

Enrique Banchs

La hija del rey quiere ser juglaresa, 
junta a la nuca el talón de marfil
suena el papiro del gay tamboril, 
muerde una llama su boca de fresa.

Con los lebreles brillan al sol
con un su amigo gentil capiscol
gusta unas farsas de Francia.

En las cabernas, Morgana será
en los retablos de natividad, 
virgen maria de casta simpleza.

Bien se acostumbra a dormir en lo frio,
bien se acostumbra a comer a lo ruin
noche pasada durmió en el jardín, 
aun tiene fresca la piel de rocío.

Solo entocada con su cabellera
sobre su ombligo un bordón de oropel, 
entre sus senos un gran cascabel, 
baila la danza de la primavera.

Rey por tu hija tendrás gran pesar
pues nos semeja que hagase juglar
bien lo verias no es un invento.

Mesase el rey la su barba bellida, 
donde la niña señuda se va
con una vara de mimbre la dá, 
tanto la dá que la deja sin vida.

Dos angeles bajaron del cielo llevándose a la muerta
Orad, compañeros, 
por ella, así sea"

 

                          La Urna

Entra la aurora en el jardín; despierta 
los cálices rosados; pasa el viento 
y aviva en el hogar la llama muerta, 
cae una estrella y raya el firmamento; 

canta el grillo en el quicio de una puerta 
y el que pasa detiénese un momento, 
suena un clamor en la mansión desierta 
y le responde el eco soñoliento; 

y si en el césped ha dormido un hombre 
la huella de su cuerpo se adivina, 
hasta un mármol que tenga escrito un nombre 

llama al Recuerdo que sobre él se inclina... 
Sólo mi amor estéril y escondido 
vive sin hacer señas ni hacer ruido 
1.




También el subterráneo manantial 
en su lecho de jaspe prisionero, 
sufre, pero después rompe el venero 
gorjeando ante la lumbre celestial; 

recata un terciopelo funeral 
el rostro rosa de la aurora, pero 
también la aurora al fin rasga el severo 
luto nocturno y ríe en el zorzal; 

mucho tiempo en el surco está dormido 
en laborioso sueño el útil grano, 
y engarza al fin la espiga en el verano; 

también mi amor estéril y escondido, 
se levanta en su noble estampa humana 
de pie sobre la estrofa castellana. 
2.




Hermosa es la sidérea compañía 
de siete estrellas en la oscura frente 
del universo... Pero está vacía 
la sombra que la octava hermana ausente. 

¿Qué ignoto espacio su fulgor rocía 
desde una eternidad, sola y silente?, 
¿qué destino, a ella sola desprendía 
como una flor del grupo refulgente? 

El aderezo de las siete estrellas 
es bello y como lágrimas son ellas... 
pero pienso en la otra: ¡en la que falta!... 

Veré más rostros y pasión más alta, 
pero con fiel angustia, solamente 
pensaré en esa que perdí, ¡la ausente! 
3.




Por la bella sonrisa de alegría 
que sin ser para mí, la hice mía, 
por la bella sonrisa 
mi verso ilusionado se desliza. 

Por la bella mirada que vagaba 
en lo vago... y creí que me miraba, 
por la bella mirada 
nace y nace mi estrofa enamorada. 

Pupila indiferente, boca roja 
que mirando y sonriendo dais consuelo, 
¡que me disteis tesoro sin quererlo 

e ilusión sin saberlo! 
Fuisteis como la flor que se deshoja, 
que se deshoja y engalana al suelo. 

 

LEOPOLDO LUGONES

 

La blanca soledad
 
Bajo la calma del sueño,
calma lunar, de luminosa seda,
la noche
como si fuera
el blando cuerpo del silencio,
dulcemente en la inmensidad se acuesta.
Y desata
su cabellera
en prodigioso follaje
de alamedas. 

Nada vive sino el ojo
del reloj en la torre tétrica,
profundizando inútilmente el infinito
como un agujero abierto en la arena.
El infinito,
rodado por las ruedas
de los relojes,
como un carro que nunca llega. 

La luna cava un blanco abismo
de quietud, en cuya cuenca
las cosas son cadáveres
y las sombras viven como ideas.
Y uno se pasma de lo próxima
que está la muerte en la blancura aquella,
de lo bello que es el mundo
poseído por la antigüedad de la luna llena,
y el ansia tristísima de ser amado
en el corazón doloroso tiembla. 

Hay una ciudad en el aire,
una ciudad casi invisible suspensa,
cuyos vagos perfiles
sobre la clara noche transparentan,
como las rayas de agua en un pliego,
su cristalización poliédrica.
Una ciudad tan lejana,
que angustia con su absurda presencia. 

¿Es una ciudad o un buque
en el que fuésemos abandonando la tierra,
callados y felices
y con tal pureza,
que sólo nuestras almas
en la blancura plenilunar vivieran? 

Y de pronto cruza un vago
estremecimiento por la luz serena.
Las líneas se desvanecen,
la inmensidad cámbiase en blanca piedra,
y sólo permanece en la noche aciaga
la certidumbre de tu ausencia. 

(El libro fiel, 1912) 
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La muerte de la luna

En el parque confuso 
Que con lánguidas brisas el cielo sahúma, 
El ciprés, como un huso, 
Devana un ovillo de de bruma. 
El telar de la luna tiende en plata su urdimbre; 
Abandona la rada un lúgubre corsario, 
Y después suena un timbre 
En el vecindario. 

Sobre el horizonte malva 
De una mar argentina, 
En curva de frente calva 
La luna se inclina, 
O bien un vago nácar disemina 
Como la valva 
De una madreperla a flor del agua marina. 

Un brillo de lóbrego frasco 
Adquiere cada ola, 
Y la noche cual enorme peñasco 
Va quedándose inmensamente sola. 

Forma el tic-tac de un reloj accesorio, 
La tela de la vida, cual siniestro pespunte. 
Flota en la noche de blancor mortuorio 
Una benzoica insispidez de sanatorio, 
Y cada transeúnte 
Parece una silueta del Purgatorio. 

Con emoción prosaica, 
Suena lejos, en canto de lúgubre alarde, 
Una voz de hombre desgraciado, en que arde 
El calor negro del rom de Jamaica. 
Y reina en el espíritu con subconsciencie arcaica, 
El miedo de lo demasiado tarde. 

Tras del horizonte abstracto, 
Húndese al fin la luna con lúgubre abandono, 
Y las tinieblas palpan como el tacto 
De un helado y sombrío mono. 
Sobre las lunares huellas, 
A un azar de eternidad y desdicha, 
Orión juega su ficha 
En problemático dominó de estrellas. 

El frescor nocturno 
Triunfa de tu amoroso empeño, 
Y domina tu frente con peso taciturno 
El negro racimo del sueño. 
En el fugaz desvarío 
Con que te embargan soñadas visiones, 
Vacilan las constelaciones; 
Y en tu sueño formado de aroma y de estío, 
Flota un antiguo cansancio 
De Bizancio... 

Languideciendo en la íntima baranda, 
Sin ilusión alguna 
Contestas a mi trémula demanda. 
Al mismo tiempo que la luna, 
Una gran perla se apaga en tu meñique; 
Disipa la brisa retardados sonrojos; 
Y el cielo como una barca que se va a pique, 
Definitivamente naufraga en tus ojos.